por Sara Inés L. de Moscona
Este trabajo intenta mostrar las serias perturbaciones que la obesidad provoca en la autopercepción de la imagen corporal y en el cuerpo biológico. Desde el punto de vista sociocultural llama la atención el alto índice de incidencia que tiene esta enfermedad en el mundo.
Se señala la íntima relación que existe entre la imagen corporal, el proceso de formación del yo y de la identidad, como consecuencia de la cual sobrevienen alteraciones psicológicas en estos procesos, cuya complejidad se intenta mostrar.
Para ello se parte de la relación normal madre-bebé y se postula que el obeso (en este caso se trata sólo de las obesidades de comienzo infantil) mantiene una relación simbiótica indiscriminada con una madre con características narcisistas, omnipotente, para la cual el hijo sólo es su prolongación fálica. El niño debe mantener de por vida el narcisismo materno.
Desde la madre, casi no existe reconocimiento de la figura paterna que instaura la ley, sino que la tendencia es perpetuar la unión diádica.
La dificultad está centrada en el pasaje de la etapa oral a la etapa anal en la cual, a partir de la particular configuración del vínculo madre-hijo antes descripto, habría una prohibición de usar la musculatura y el movimiento, con lo que al niño obeso se le fomentan las tendencias masoquistas, pasivas, orales y autodestructivas.