La articulación con la Psiquiatría

Dra. Mónica Favelukes  (Ex-Secretaria del Centro de Investigación y Orientación Comunitaria Dr. Arnaldo Rascovsky)

Los avances en las neurociencias y en la psicofarmacología permiten conocer y modificar las alteraciones neuroquímicas que subyacen en las distintas patologías, y han llevado a fenomenales cambios en las posibilidades de tratar padecimientos mentales severos, y volverlos entonces abordables por la psicoterapia.

¿Cómo dar cuenta de una práctica en la que psiquiatría y psicoanálisis se entrecruzan, no sin forzamientos mutuos? ¿Cómo sostener su validez?

Pensamos el psiquismo como un sistema complejo (E. Morin), y las prácticas sobre lo psíquico necesariamente tienen que dar cuenta de dicha complejidad. El psicoanálisis y la psicofarmacología no se integran ni se oponen, se complementan.

En un grupo de investigación en 1998 en la AEAPG decíamos: “El analista plantea distintos efectos de los psicofármacos: modular la angustia para volverla analizable (por ej. en trastornos de angustia, neurosis) poner coto al terror sin nombre de la psicosis, volver las cantidades pulsionales a un equilibrio (por ej en la depresión o en la manía), prevenir situaciones que el analista busca evitar ( por ej. recaídas psicóticas, actuaciones, ciclado maníaco depresivo, intentos de suicidio). A los efectos propios de cada medicación, se agregan los que resultan de la interacción con la transferencia en cada cura. Indicar una medicación es una intervención que puede ser psicoanalítica en sí misma,  al introducir un tercero en el campo. El riesgo consistiría en oponer sendas entelequias: la “cura por la palabra” y la cura farmacológica”. Al decir de Julia Kristeva: “Aliviar el síntoma mientras se interpreta no es renunciar al análisis, ni una huida hacia delante en la curación, en detrimento del esfuerzo psíquico”. Esta posición nos ayuda a tomar al psicofármaco como un recurso que facilita el tratamiento analítico, nunca como un narcótico, o como plantea dicha autora, al servicio del “deseo de no saber” propio de esta época.

Los psiquiatras que trabajan en el Centro Rascovsky son todos graduados de la formación en psicoanálisis de la AEAPG, y con una aproximación desde la psiquiatría dinámica; tanto el momento de la indicación del psicofármaco, como todas las vicisitudes que se presenten, son trabajadas en equipo, como una auténtica colaboración interdisciplinaria. Para ambos, analista y psiquiatra, es importante tolerar la presencia del otro.

Decíamos entonces (1998) “Esto permite al terapeuta tener un aliado que facilita la continuidad del tratamiento, ya que el psicofármaco colabora en la modificación de la calidad del vínculo, y favorece el proceso simbólico”.

Buscando profundizar este marco conceptual, desde hace un año se han integrado los psiquiatras en los equipos, para así desarrollar una interdisciplina en acto, diferenciándola de una mera interconsulta; esto favorece un intercambio permanente entre los profesionales, tendiente al objetivo de la articulación  de ambas perspectivas, en beneficio del paciente y también de la formación permanente de psiquiatras y psicoanalistas.