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Actividad abierta y no arancelada


Dolor, pánico, ansiedad… Lo actual en el desvalimiento.

 “El ataque de vértigo, el espasmo de llanto,
todo ello cuenta con el otro, pero las más de las veces
con aquel otro prehistórico inolvidable
a quien ninguno posterior iguala ya”.
(S. Freud, 1896)

Dolor, pánico y ansiedad son palabras que no necesariamente abrevan en el psicoanálisis. Sin embargo, resuenan todos los días tanto en nuestra clínica como en los medios de comunicación y en las redes sociales, ¿dando cuenta de modos de padecimiento actuales? Durante los últimos años y especialmente post pandemia asistimos al recrudecimiento de las neurosis actuales clásicas, las melancolizaciones, tentativas suicidas, patologías del acto y otras problemáticas que parecen revelar cambios en las modalidades predominantes del sufrimiento.

Si bien las neurosis de transferencia no dejan de estar presentes en nuestra práctica de hoy, han adquirido características que parecen particulares de nuestro tiempo: escasa posibilidad de sintomatizar y predominio de los desbordes pulsionales. Excesos cuantitativos con pobre correlato simbólico, patologías psicosomáticas y empobrecimiento de los vínculos con el semejante.

El dolor, cantidad excesiva capaz de hacer fracasar todos los dispositivos protectores pero también genuina reacción frente a la pérdida del objeto. El pánico, al que Freud liga con la ruptura de la masa y con el terror. La ansiedad a veces designando el apuro, otras como sinónimo de angustia y aun otras nombrando fenómenos somáticos. Términos todos que parecen situarnos en el terreno de las perturbaciones económicas del decurso psíquico que Freud supo relacionar con las neurosis actuales y que nos remiten a la insuficiencia para administrar la pulsión y encauzarla, en pos de tramitar el apremio de la vida. Cuerpos doloridos y agobiados de cansancio que Ulloa  (1995) denominó “mortificados”[1] a fines del milenio pasado. ¿Satisfacciones autoeróticas que dejan por fuera el lazo que incluye al semejante? ¿Figuras del desvalimiento del siglo XXI?

 Ya en 1894, Freud nos decía: “No es esta la única manera en que puede exteriorizarse el estado de angustia, que se mantiene las más de las veces latente para la conciencia, pero en continuo acecho. También puede irrumpir de pronto en la conciencia, sin ser evocado por el decurso de las representaciones, provocando un ataque de angustia. Un ataque tal puede consistir en el sentimiento de angustia solo, sin ninguna representación asociada, o bien mezclarse con la interpretación más espontánea, como la aniquilación de la vida, «caer fulminado por un síncope», la amenaza de volverse loco[2]”.

Los fenómenos que arriba mencionábamos como propios de la época parecen dar cuenta del retorno de las “neurosis actuales” como formas predominantes en nuestra práctica actual. Ahora bien,¿es válidoservirnos de los viejos conceptos freudianos para la lectura de estos signos clínicos presentados hoy bajo nuevas nominaciones? ¿Podemos decir que estos nuevos nombres pretenden recubrir el sin-nombre de la angustia? ¿Alcanza la vigencia del texto freudiano y la similitud de las manifestaciones clínicas para situar la complejidad de las presentaciones contemporáneas?

Quizá sea tiempo de interrogar también “la época”, a sabiendas de que ésta es fundamentalmente una precipitación de sentido, siempre a posteriori.

Características como vertiginosidad, inmediatez, instantaneidad, consumismo, cultura de la imagen, narcisismos extremos, desubjetivación del semejante, ausencia de narratividad, pérdida del valor de las palabras, ponen en tela de juicio la eficacia de la simbolización que construye síntoma en el sentido psicoanalítico. Predominan entonces presentaciones clínicas dónde la representación psíquica se hace rogar y la metáfora parece haber desaparecido, en beneficio de modos de procesamiento primarios favorecedores de la descarga absoluta y la defusión pulsional.

Entonces nos preguntamos: ¿Angustia y ansiedad se recubren totalmente?, ¿podríamos pensar la ansiedad como equivalente somático de la angustia? ¿De qué se trata el pánico? ¿Seguimos sosteniendo el vínculo estrecho entre angustia, dolor y duelo? ¿De qué modo se presenta la angustia en los distintos cuadros? ¿Cómo entender estas formas de presentación clínica en su vínculo con la historia? ¿De qué lazo al otro hablan estas predominancias? ¿Dan cuenta del desvalimiento inicial?

 Del lado del analista ¿cómo abordar terapéuticamente los casos donde el exceso de cantidad dificulta la inscripción de una pérdida? ¿Es posible el psicoanálisis sin historia, sin relatos, sin recuerdos? ¿Qué lugar para la angustia del analista?
A partir de esto nos interroga también qué entendemos por representación y por simbolización. ¿Acaso todo es representable? La dificultad para la construcción narrativa, ¿puede relacionarse con la aspiración a eludir aquello irrepresentable que nos habita en nombre de una satisfacción completa? ¿De qué temporalidad se trata en nuestros días? ¿Hay lugar para el nachträglich en tiempos del presente continuo?

Dolor físico y psíquico hacen resurgir la condición económica del trauma. Exceso que se configura desde lo pulsional del cuerpo pero también como ausencia del semejante, del otro auxiliador; resignificándose así, en la ruptura del lazo, las condiciones del desvalimiento inicial. Los fenómenos de corte hipocondríaco, extendidos y enraizados en la cultura de la “felicidad”, ¿dejan sitio para un padecimiento propiciatorio de interrogantes en el sujeto? ¿De qué cuerpo hablamos en el siglo XXI? ¿Qué lugar para las enfermedades psicosomáticas? ¿Y para la melancolía y el desinvestimiento del semejante?  ¿De qué modo ubicaríamos las nuevas presentaciones de la sexualidad? ¿Y las problemáticas de género? ¿Qué pasa con el cuerpo propio y ajeno en el ejercicio de la sexualidad virtual? ¿Qué lazo al semejante es factible construir virtualmente?

Observamos también atónitos los efectos a nivel del lazo de estos cursos pulsionales desamarrados. Según H. Arendt, el mundo es el entre de los hombres y su destrucción es efecto de un aislamiento radical. El hombre privado “no aparece” y, por tanto, es como si no existiera. El fin del mundo como espacio común llega cuando se ve sólo bajo una única perspectiva. La sociedad de masas y la globalización aumentan el riesgo de perder el espacio público[3]. ¿Podemos atribuir el pánico, el terror a esta mentada disolución del lazo social? ¿Existen nuevas formaciones de masa? ¿Qué clases de líderes sostienen los ideales actuales?

Osvaldo Delgado (2014) señala que “la segregación permite pensar lo que no tiene inscripción en el orden simbólico, aquello que es rechazado del discurso de la época[4]”. ¿Cuáles son las formas del retorno de lo segregado, de lo rechazado, y de qué modo eso mismo redefine aquello que llamamos “estar en la cultura”? ¿De qué se trata entonces el malestar en la cultura de nuestra época? ¿Qué queda expulsado del discurso de la actualidad? ¿Cómo repercuten en la práctica del psicoanálisis estos complejos avatares contemporáneos?

Para finalizar, diremos con Luis Miguelez en nuestro Congreso 2023, que “se trata (…) de encontrar el modo de rescatarnos de los momentos donde el pánico o la locura es la única respuesta a la ausencia de palabras verdaderas que constituyan historia donde reconocerse”.

 Los invitamos a recorrer juntos estos y otros interrogantes en el Ciclo 2024.


[1] Ulloa, F “Novela clínica psicoanalítica. Historial de una práctica”1995,  Paidós

[2] Freud, S. Sobre la justificación de separar de la neurastenia un determinado síndrome en calidad de «neurosis de angustia» (1895 [1894])

[3] Vila Perez, Juan M. Imágenes de lo inmundo. Revista Nuevo Pensamiento. Vol II; Año 2; 2012.

[4] Osvaldo Delgado, Lecturas freudianas 2, UNSAM Edita, 2014.


MESAS CICLO CIENTIFICO 2024